Suspensión De Flor Y Polvo
de Valentina Bolcatto
Hace poco tiempo, en una muestra colectiva, encontré dos raras pinturas íntegramente blancas. Casi de un modo automático pensé que serían de esos pintores sin tiempo que representan incansablemente sus entornos cotidianos obteniendo, una y otra vez, resultados únicos e irrepetibles; esa pintura de cámara que desde la nimiedad de sus medios es capaz de imantar las sensibilidades y, especialmente, las contemporáneas. Por mi parte, inmediatamente recordé las pinturas intensamente blancas realizadas por el venezolano Armando Reverón bajo el sol enceguecedor de la playa de Macuto o las más blancas aún, profundamente espiritualistas, realizadas por María Laura Schiavoni en Rosario, durante la década del cuarenta. Las obras eran de Valentina Bolcatto, una artista dúctil y de producción polifacética, que se expresa por medios tan variados como los objetos y las instalaciones, la fotografía y la performance, el dibujo y la pintura y, como corresponde a una perspectiva de nuestro tiempo, sin enfatizar o jerarquizar ninguno de ellos. Podría decir con libertad, a partir de una máxima de Arthur Danto ahora corriente, que ella puede ser una artista conceptual por la mañana, una pintora intimista por la tarde y realizar una obra performática por la noche; o que podría realizar simultáneamente cualquiera de estas actividades y reunirlas en una misma muestra; sancionando de este modo, y como lo hacen otros tantos creadores, el fin de las especialidades y los especialistas.
Cuando vemos pinturas cromática y estilísticamente tan definidas nos sentimos tentados a trazar genealogías: además de las obras intimistas mencionadas, las pinturas evanescentes de pintores entrerrianos como Arturo Gerardo Guastavino o las atmósferas creadas por pintores de La Boca como Miguel Carlos Victorica o Miguel Diomede; o la línea de las vanguardias que va de las composiciones blanco sobre blanco de Malevich a las pinturas monocromas de la nueva abstracción y de los minimalistas de posguerra. Pero ninguna de estas realizaciones, al menos conscientemente o con intencionalidad manifiesta, componen el linaje de las obras de Valentina. Las pinturas blancas que reúne en una serie sugestivamente denominada Alquimia, provienen de otros saberes e itinerarios, de otras concepciones y procedimientos. Casi constantemente ha mostrado y sigue mostrando un interés por el mundo mineral y particularmente por las piedras; por sus formatos y componentes, por sus dinámicas y transformaciones. Casi constantemente también, repite frases que podrían conformar un poema y, más aún, una poética: el mineral se seca, /se endurece, /cambia de peso, /de color, /adquiere otra forma y /deja su marca.
Así realiza acciones como degollar una bolsa de tierra; deslizar arcillas líquidas sobre su piel; sumergirse en una bañera con espuma para conversar con la gente; juntar piedras del río y coserlas a las flores de su vestido; pero también realiza dibujos en tinta negra que aplica sobre papeles blancos generando austeros planos netos y delicados planos compuestos por texturas visuales. Quizá en la iconografía de esos dibujos estén las claves, o al menos una de las claves, de esas pinturas recientes. Quizá el mar de flores y follajes que hipnóticamente capturan la mirada en una de estas tintas, haya crecido y expandido hasta cubrir, como exuberantes jardines acuáticos y terrestres, los cuadros blancos del presente. Porque aunque ella pinte obsesivamente y con la intención “de que todo desaparezca” en una “especie de nube blanca”, llamativamente –y como también lo reconoce– “está resultando lo contrario”.
Guillermo Fantoni / Rosario, diciembre de 2020
Suspensión De Flor Y Polvo
Valentina Bolcatto
Texto: Guillermo Fantoni
12/08/2022 al 27/08/2022